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    Sri Daya Mata 1
    Sri Daya Mata (1914-2010) fue una de las principales discípulas de Paramahansa Yogananda. Una auténtica «Madre compasiva», como indica el significado de su nombre, inspiró a personas de todas las creencias y condiciones sociales mediante la sabiduría y el gran amor por Dios que transmiten sus charlas, escritos y grabaciones.

    Elegida por Paramahansa Yogananda para guiar su obra y servir como madre espiritual de quienes fuesen atraídos hacia sus enseñanzas, ella fue una fuerza rectora que brindó inspiración, sabiduría y compasión tanto a los discípulos monásticos de Self-Realization Fellowship/Yogoda Satsanga Society of India como a los miembros laicos, al ejercer, durante más de cincuenta y cinco años, su responsabilidad como líder espiritual de la organización mundial que fundó Paramahansaji. Su fallecimiento, acaecido el 30 de noviembre de 2010, fue profundamente lamentado por todos aquellos cuyas vidas ella transformó mediante su amor y su comprensión, y por medio de la integridad de su ejemplo espiritual. Sin embargo, tal como Daya Mataji a menudo decía, «El amor divino trasciende los confines de esta vida», y su legado sigue vivo en incontables corazones y mentes como alguien que encarnó a la perfección los ideales del Gurú y que veló por el bienestar de todos los hijos de Dios.

    Ochenta años de consagración a Dios y al Gurú

    Sri Daya Mata llevó una vida extraordinaria. Durante los aproximadamente ochenta años en los que vivió como discípula monástica en los ashrams de su Gurú, sus pensamientos siempre estuvieron impregnados de amor a Dios, y sus acciones, consagradas a servirle. Irradiaba una fuerza sorprendente y un amor universal, al tiempo que cumplía con las enormes responsabilidades de supervisar la obra espiritual y humanitaria de Paramahansa Yogananda y hacerla crecer en todo el mundo. Era una verdadera «madre compasiva» —como indica el significado de su nombre— que ofrecía su amor y amabilidad incondicionales a cuantos se cruzaban en su camino y oraba diariamente por las incontables almas que solicitaban su ayuda espiritual.

    Daya Mataji era un ejemplo excepcional de auténtica humildad, y siempre le concedía a Dios el primer lugar en su conciencia. Ella señaló en una ocasión: «Con frecuencia, me digo a mí misma: soy lo que soy ante Dios y el Gurú —nada más, y nada menos—. No pretendo ser perfecta, ni poseer grandes talentos o habilidades; mi afán en esta vida es perfeccionar sólo una cosa: mi amor por Dios». Al ser fiel a ese objetivo, se convirtió en un canal perfecto por el cual el amor divino pudiera fluir hacia innumerables almas.

    La suya fue una vida dedicada por completo a servir a Dios y a la humanidad a través de las enseñanzas de su Gurú. Ejemplificó perfectamente el modo de vivir una vida equilibrada: no sólo se mantuvo siempre fiel a su rutina espiritual, sino que supo también hallar la dicha de la comunión divina aun en medio de sus apremiantes responsabilidades. «Si me es posible cumplir con todos estos deberes no es a pesar de nuestra rutina espiritual, sino gracias a ella —dijo Daya Mata en una oportunidad—. De ahí proviene mi fortaleza, inspiración y guía: de la meditación diaria, mañana, tarde y noche, y de la práctica de mantener mi mente enfocada en Dios en los intervalos entre una meditación y la siguiente, tal como nos enseñó Paramahansaji».

    Infancia y primer encuentro con Paramahansa Yogananda

    Rachel Faye Wright, que era el nombre de pila de Daya Mata, nació el 31 de enero de 1914 en Salt Lake City, Utah (Estados Unidos), y creció en el seno de una familia singular. Sus padres, Clarence Aaron Wright y Rachel Terry Wright, pertenecían a las primeras familias mormonas que cruzaron el país en carretas cubiertas para fundar el estado de Utah. Su madre, su hermana y sus dos hermanos se convirtieron en discípulos de Paramahansaji. Su hermana Virginia, conocida posteriormente como Ananda Mata, ingresó en la Orden de SRF como monja en 1933 y prestó sus servicios durante muchos años como secretaria y tesorera del Consejo Directivo de SRF. Su madre, conocida más tarde como Shyama Mata, se incorporó al ashram en 1935. Ambas formaron parte del reducido grupo de los discípulos más cercanos al Gurú, a quien sirvieron con total dedicación hasta el final de sus vidas. Su hermano mayor, C. Richard Wright, fue asistente del Gurú durante su prolongado viaje a la India en 1935-1936; en Autobiografía de un yogui —el clásico espiritual que escribió Paramahansa Yogananda—, se citan algunos pasajes del fascinante diario de viaje de Richard Wright. Tanto él como su hermano menor, Dale Wright, siguieron fielmente las enseñanzas de SRF durante toda su vida.

    Desde su más tierna infancia, Daya Mata sintió un vehemente deseo de conocer a Dios. A los ocho años, cuando en la escuela oyó hablar por primera vez de la existencia de la India, sintió un misterioso despertar interior y, con él, la convicción de que en ese país se encontraba la llave para lograr la plenitud de su vida. Ese día, terminada la clase, volvió corriendo a casa y le anunció con júbilo a su madre: «Cuando sea mayor, no me casaré; iré a la India». Éstas fueron palabras proféticas de una niña.

    Ella comenzó a sentir que sus experiencias en la iglesia no la llenaban interiormente, y anhelaba algo más satisfactorio. Cuando cumplió quince años, recibió como regalo un ejemplar del Bhagavad Guita. Esta escritura la impresionó profundamente, pues, a través de ella, aprendió que era posible acercarse a Dios y conocerle y, también, que Sus hijos eran seres divinos que podían tomar plena conciencia, mediante el esfuerzo propio, de su derecho espiritual de nacimiento: la unidad con el Ser Divino. Decidió entonces que dedicaría su vida a buscar a Dios. Visitó a varias autoridades religiosas; sin embargo, siempre persistía en su corazón una pregunta para la que no hallaba respuesta: «¿Existe, acaso, alguien que ame verdaderamente a Dios, alguien que le conozca?».

    En 1931, Paramahansa Yogananda llegó a Salt Lake City para impartir una serie de conferencias. Daya Mata —que tenía entonces diecisiete años— decidió asistir, en compañía de su madre y su hermana. En las siguientes palabras, ella ha descrito la impresión que le causó su primer encuentro con Paramahansaji: «Mientras permanecía yo de pie, al fondo de un auditorio repleto, me sobrecogió un estado de total absorción, en el cual perdí conciencia de todo cuanto me rodeaba, a excepción de la presencia y las palabras del orador. Mi ser entero se sumergió en la sabiduría y el amor divino que invadieron mi alma, anegando mi mente y corazón. Mi único pensamiento, en ese instante, fue: “Este hombre ama a Dios; le ama de la forma en que siempre he anhelado yo amarle. He aquí alguien que conoce a Dios. ¡Le seguiré!”».

    Video: Sri Daya Mata describe su primer encuentro con Paramahansa Yogananda (en inglés):

    En una reunión de miles de personas, parecía improbable que una jovencita tuviese la oportunidad de conocer al Gurú. Pero suele decirse que la adversidad es en ocasiones una bendición disfrazada. Daya Mata había sufrido durante largo tiempo de una grave afección sanguínea. Esa enfermedad, que los doctores no habían podido curar, la había obligado a abandonar la escuela. Sin embargo, asistía sin falta a las clases de Paramahansaji; las vendas que cubrían su inflamada cara atrajeron la atención del gran Gurú. Él le preguntó si creía que Dios podía sanarla. Al responder afirmativamente, la tocó en el entrecejo e hizo la siguiente predicción: «A partir de hoy, comenzarás a sanar. Dentro de una semana, las vendas ya no serán necesarias y tus cicatrices se habrán desvanecido». Y sucedió exactamente como él había predicho.

    Sin embargo, para Daya Mata, la oportunidad de conocer a este hombre de Dios fue una bendición todavía más grande que su sorprendente alivio. Ella era extremadamente tímida, y siempre se preguntó cómo encontró el valor para decirle al Maestro: «Deseo inmensamente formar parte de su ashram y dedicar mi vida a buscar a Dios». El Gurú la observó con una mirada penetrante, durante un momento, antes de responderle: «Y así lo harás».

    Una de las primeras discípulas monásticas de Self-Realization Fellowship

    Pero sería preciso que ocurriera un milagro para que ese deseo se materializase, dada la firme oposición de su familia. Ella era aún una jovencita y —a excepción de su comprensiva madre— sus parientes, que eran mormones acérrimos, se oponían por completo a que abandonara el hogar para seguir una religión que les resultaba totalmente ajena. Una tarde, Paramahansa Yogananda dijo en su clase que si un devoto llamaba a Dios con la suficiente profundidad y decidido a recibir una respuesta, la obtendría. Daya Mata tomó esa determinación; aquella noche, después de que su familia fuera a dormir, se dirigió al salón de la casa, donde podría estar a solas. Las lágrimas fluían conforme abría su corazón a Dios. Después de varias horas, una profunda paz se apoderó de todo su ser y ya no pudo llorar más: sabía que Dios había escuchado su oración. En el lapso de dos semanas, todas las puertas se abrieron y, el 19 de noviembre de 1931, pasó a formar parte del ashram de Paramahansa Yogananda en Los Ángeles (California).

    Su receptivo corazón absorbió ávidamente la guía del Gurú, que vio en ella el potencial necesario para asumir el papel especial que, con el tiempo, le correspondería desempeñar en la misión de Paramahansaji. Poco después de su primer encuentro, él le confirió los votos definitivos de renunciación que observa la antigua Orden de los Swamis de la India (castidad, desapego a las posesiones, obediencia y lealtad a Dios y al Gurú). Se convirtió así en una de las primeras sanyasinis (monjas) de Self-Realization Fellowship, comprometiendo su alma y corazón a consagrar enteramente su vida a Dios y al Gurú, a la meditación diaria y al servicio desinteresado a los demás.

    En la Navidad del primer año que Daya Mata pasó en el Ashram y Sede Internacional de SRF/YSS en la cima de Mount Washington, Paramahansaji colocó un pequeño huevo de cristal en el asiento que ella ocuparía. Cuando Daya Mata le preguntó la razón de esto, él respondió: «Tú eres mi nidal. Cuando viniste, supe que muchos otros genuinos devotos serían atraídos hacia este sendero».

    Muy poco tiempo después de haber ingresado en el ashram, en 1933, Paramahansa Yogananda anunció en la revista de SRF que ella había sido nombrada ministra de Self-Realization Fellowship. Así pues, fue una de las primeras mujeres en obtener esa designación, aun cuando —conforme a la humildad que la caracterizaba— su identidad fue revelada sólo como «Yogui F. Sevaka»: «F» de Faye, según se la conocía en aquel entonces; y «sevaka», que significa «sierva de Dios».

    La disciplina espiritual en el ashram del Gurú

    El tiempo pasó muy rápido a los pies de su Gurú. Si bien rebosaba felicidad, sus primeros años de entrenamiento en el ashram no estuvieron exentos de esfuerzo. Paramahansaji estaba comprometido con la tarea de transformar —amorosamente pero con firmeza— a la joven religiosa en una discípula ejemplar. El hecho de que él la escogiera para desempeñar un papel significativo se evidenció desde el comienzo mismo. Muchos años más tarde, Paramahansaji le dijo que la había sometido a una disciplina espiritual tan intensa como la que él mismo recibió de su gurú, Swami Sri Yukteswar. Fue ésta una observación importante, si se considera que Daya Mata estaba llamada a heredar, posteriormente, la responsabilidad espiritual y organizativa que Sri Yukteswar le había encomendado a Paramahansaji.

    Durante más de veinte años, Sri Daya Mata formó parte del pequeño círculo de discípulos cercanos que acompañaban casi constantemente a Paramahansa Yogananda. Ella le sirvió como secretaria personal y estuvo a cargo de registrar taquigráficamente sus charlas, conferencias y clases. Otra de sus tareas fue contribuir a la preparación de las Lecciones de SRF, ayudando a recopilar las detalladas instrucciones del Gurú sobre las técnicas yóguicas de meditación y el arte de vivir conforme a los principios espirituales. Hasta el día de hoy, SRF continúa imprimiendo este material y distribuyéndolo a los estudiantes de las Lecciones de Self-Realization Fellowship.

    Conforme pasaron los años, él le asignó crecientes responsabilidades; y en el período final de su vida, comenzó a indicar con claridad a sus discípulos monásticos el papel que ella estaba llamada a desempeñar en el plano mundial. En los últimos años de la vida del Gurú, los deberes de Daya Mata continuaron aumentando, y supuso para ella una dura prueba el verse en una posición cada vez más prominente de liderazgo. Siendo su deseo servir en un puesto humilde y dedicarse a cultivar su relación con Dios a través de la meditación prolongada y profunda, le rogó al Maestro que le permitiera servir de otra manera, bajo la autoridad de cualquier persona que él eligiese. Pero él se mantuvo firme en su resolución. Deseosa de obedecer la voluntad de Dios y la de su Gurú más que cualquier otra cosa en el mundo, Daya Mata se entregó sin reservas a cumplir el cometido que se le había encomendado. El Maestro le anunció: «Mi tarea ha concluido; ahora comienza la tuya».

    Poco tiempo antes de su deceso, el Gurú le anunció que pronto abandonaría su cuerpo. Anonadada, Daya Mata le preguntó cómo podría continuar sin su presencia la obra establecida por él:

    «Maestro —le dijo—, generalmente, cuando el líder de una organización desaparece, ésta deja de prosperar y comienza a desintegrarse. ¿Cómo proseguiremos sin su presencia? ¿Qué habrá de sostenernos e inspirarnos, cuando usted ya no se encuentre en este mundo?».

    Quedamente, el Gurú respondió: «Cuando me haya marchado, sólo el amor podrá reemplazarme. Vivan tan embriagados del amor de Dios que no piensen en ninguna otra cosa. Y ofrezcan a todos ese mismo amor». Para Daya Mata, estas palabras se convirtieron en la luz que guiaría su vida entera.

    Proseguir la obra del Gurú

    En 1955, tres años después del fallecimiento de Paramahansa Yogananda, Daya Mata asumió la presidencia de Self-Realization Fellowship/Yogoda Satsanga Society of India, sucediendo en el cargo a Rajarsi Janakananda, tras el deceso de éste. En calidad de sucesora espiritual de Sri Yogananda, Daya Mata tuvo la responsabilidad de supervisar la dirección espiritual de los miembros de SRF/YSS; el entrenamiento monástico de los discípulos que residen en los ashrams de la sociedad en Estados Unidos, Alemania e India; y la administración de los numerosos servicios espirituales y humanitarios que la organización presta en el ámbito internacional. Además de recorrer Estados Unidos, Europa, México y Japón para visitar los centros de SRF e impartir la iniciación en Kriya Yoga, a lo largo de los años realizó cinco extensos viajes a la India con el fin de brindar su orientación y servicio a las actividades de la organización en ese país.

    Durante una de sus visitas a la India, Daya Mata fue bendecida con un encuentro personal con Mahavatar Babaji, el supremo gurú de la sucesión de SRF/YSS. En esa oportunidad, Babaji confirmó la elección que de Sri Daya Mata había hecho Paramahansa Yogananda para que continuara llevando a cabo su misión espiritual en calidad de presidenta de Self-Realization Fellowship/Yogoda Satsanga Society of India1.

    Sri Daya Mata 3

    El 7 de marzo de 1990, los periódicos de Los Ángeles (California) dieron cuenta del trigésimo quinto aniversario de Sri Daya Mata como presidenta de la organización. En uno de los artículos, se ofrecía la siguiente información: «Al tratarse de una de las primeras mujeres de la historia reciente en ser designada directora espiritual de un movimiento religioso universal, ella ha sido pionera en la creciente tendencia actual hacia la aceptación de la mujer en puestos de autoridad espiritual que, tradicionalmente y en la mayoría de los casos, estaban reservados a los hombres. En los treinta y cinco años que ha ocupado ese cargo, son muchas las personas que se han familiarizado con ella a través de sus escritos y giras mundiales para dar conferencias, así como de las filmaciones y grabaciones de sus charlas sobre los ideales universales que promueven las principales religiones de Oriente y Occidente».

    Gracias a sus numerosos años de práctica de la meditación del Kriya Yoga y de fiel discipulado bajo la dirección de Paramahansa Yogananda, Sri Daya Mata llegó a personificar la elevación espiritual y el amor universal que requería quien había sido elegida por Paramahansaji para dirigir su obra espiritual y humanitaria. Con ocasión del cumpleaños de Daya Mata en 1946, el Gurú le había escrito: «Dios quiera que nazcas en el seno de la Madre Cósmica e inspires a los demás solamente con tu espíritu maternal y con el único propósito de conducirlos a Dios por medio del ejemplo de tu vida». Verdaderamente, los miembros de Self-Realization/Yogoda Satsanga de todo el mundo reverenciaban a Sri Daya Mata como Sanghamata o «Madre de la Sociedad».

    El Dr. Binay R. Sen, ex embajador de la India en Estados Unidos, expresó: «En nadie resplandece tanto el legado espiritual [de Paramahansa Yogananda] como en su santa discípula Sri Daya Mata, a quien él entrenó para que le sucediera después de su partida. Antes de marcharse, él le confió: “Cuando me haya marchado, sólo el amor podrá reemplazarme”. Las personas que, como yo, tuvieron el privilegio de haber conocido a Paramahansaji, encontramos reflejado en Daya Mataji ese mismo espíritu de amor divino y compasión que tanto me impresionó en mi primera visita a la Sede Central de Self-Realization Fellowship, hace ya casi cuarenta años. [...] Confío en que la antorcha que él dejó, ahora en manos de Sri Daya Mata, iluminará el camino de millones de personas que buscan un rumbo para su vida».

    Sus últimos años

    Video: Sri Daya Mata saluda a los miembros de SRF en Navidad (en inglés):

    Self-Realization Fellowship creció y se expandió considerablemente en todo el mundo bajo la dirección de Sri Daya Mata. En el momento de su fallecimiento, SRF/YSS contaba con más de 600 templos, centros y grupos de meditación distribuidos en más de sesenta países; más de doce florecientes comunidades de monjes y monjas consagrados a la labor de esta sociedad; una sección editorial que coordina la publicación, en diversos idiomas, de las obras de Paramahansa Yogananda y de sus discípulos monásticos; ciclos de conferencias y clases sobre las enseñanzas de Sri Yogananda en diversas ciudades del mundo; hermosos retiros de SRF en varios países; un Círculo Mundial de Oraciones, dedicado a la curación y a la paz mundial; y otros servicios y actividades espirituales.

    Video: Sri Mrinalini Mata comparte sus recuerdos de Sri Daya Mata (en inglés):

    Durante sus cerca de ochenta años de fiel servicio, Daya Mata nunca aspiró a ocupar cargos prominentes. Su única meta fue salvaguardar la pureza e integridad de las enseñanzas de su Gurú, perfeccionar en sí misma las cualidades de una verdadera discípula y ayudar a cuantos acudían a SRF en busca de fortaleza y entendimiento espiritual. Gracias a su entregada fidelidad a estos objetivos, ha bendecido e inspirado a incontables buscadores de la verdad en todo el mundo.

    Aun cuando Daya Mata permaneció en reclusión durante los últimos años de su vida, continuó involucrada en la obra de su Gurú hasta poco antes de fallecer, guiando las labores de SRF y trabajando con la vicepresidenta de la sociedad, Mrinalini Mata, así como también con otros discípulos monásticos y con miembros del Consejo Directivo.

    Video: Sri Mrinalini Mata describe a Sri Daya Mata (en inglés):

    Su guía, inspiración y aliento espiritual fluyeron en forma continua hacia la familia mundial de SRF/YSS a través de sus artículos publicados regularmente en la revista Self-Realization, las cartas de orientación espiritual que escribió cada dos meses y en fechas especiales, y su voluminosa correspondencia personal. Sin embargo, en las postrimerías de su vida, dedicó la mayor parte del tiempo a meditar y a orar profundamente por todos aquellos que solicitaban su ayuda y sus bendiciones.

    En un artículo que escribió para la revista aproximadamente dos años antes de su fallecimiento, Daya Mata se dirigió a la bienamada familia de discípulos de Paramahansa Yogananda alrededor del mundo:

    «Mis amadas almas: en estos días, permanezco la mayor parte del tiempo en reclusión, envuelta en el gozoso amor de la Madre Divina y de nuestro bienamado Maestro. Cada día, en mis meditaciones y oraciones, pienso cariñosamente en todos ustedes e invoco la ayuda y el poder especiales de Dios para que bendiga sus vidas durante estos tiempos desafiantes, a fin de que puedan mantenerse firmes en el sendero que conduce a nuestro eterno hogar en Él. Mi corazón se estremece de gratitud al reflexionar sobre todo lo que el Maestro ha traído al mundo; en verdad, representa la esperanza divina para la civilización mundial en ciernes. Los exhorto a que hagan su parte: sigan las enseñanzas; mediten con profundidad todos los días; sirvan a los demás; y, en todas sus actividades, permitan que el corazón y la mente se vuelvan constantemente hacia la Fuente Única de seguridad, satisfacción y amor incondicional».

    Sobre todo, su deseo y su meta fueron siempre inculcar un profundo amor a Dios y a todos sus hijos por medio de la meditación diaria. Ella dijo:

    «La capacidad de amar pura e incondicionalmente nace de la meditación, del hecho de estar enamorados de Dios y de conversar en silencio con Él en el lenguaje del corazón. No creo que exista un solo momento en mi vida en que no esté conversando con Él. No me preocupa mucho si habla o no conmigo. Quizá parezca extraño que yo piense así. Tan sólo sé cuánto gozo me produce conversar interiormente con Dios y después sentir, de repente, que un gran estremecimiento de divino amor, dicha o sabiduría inunda mi conciencia. Entonces, comprendo: “¡Oh, Madre Divina! ¡Eres Tú quien me brinda lo que busco en esta vida!”. Dios es la única realidad; sólo Él es vida».

    Sri Daya Mata 4

    Su fallecimiento y su legado de amor divino

    Muchos años antes de su fallecimiento, a Sri Daya Mata se le había otorgado un anticipo de la muerte como gozosa experiencia de expansión y libertad divina. Al narrar su experiencia cercana a la muerte, que ocurrió en 1948 durante una intervención quirúrgica para tratar una grave afección, ella dijo:

    «Repentinamente, experimenté algo maravilloso. Una tranquilizante luz dorada llenó todo el recinto; y el hermoso ojo espiritual2, que tantas veces había yo contemplado en mi vida a lo largo de los años, se hizo visible en mi frente y se expandió cada vez más hasta que pareció llenar la totalidad del espacio. Oí el grandioso sonido de Om, que me envolvía y bañaba por completo mi ser. ¡Qué inmenso gozo sentí al fundirse mi alma con el amor de la Madre Divina! […]

    »Una Voz, que procedía del sonido de Om, me dijo suavemente: “Ha llegado el momento de tu muerte. ¿Estás dispuesta a aceptarla?”.

    »En esa grandiosa luz del ojo espiritual, vi el mundo que me esperaba, el cual estaba colmado de un gozo inmenso y de una inefable comunión con el Ser Divino. En comparación con aquél, nuestro mundo físico parecía muy tosco, lleno de oscuridad y cargado con el lastre de la pesada materia: normalmente, no lo consideramos así porque estamos acostumbrados a nuestro plano de existencia; pero si hubieras de decidir, por ejemplo, entre diamantes y guijarros, tu elección sería obvia. Así pensaba yo cuando respondí a la Voz: “¡Sí, Madre Divina! No se adentra uno tanto en el otro mundo para luego desear regresar. ¿Por qué habría de aferrarme a este plano físico tan burdo, cuando tengo ante mí esta inmensa dicha divina?”. 

    »Después, la Voz me dijo con gran dulzura: “Mas ¿si Yo te pido que te quedes por Mí?”. ¡Oh! No puedo expresar el efecto que esas palabras me causaron. ¡Un estremecimiento de emoción y gozo puro! “¿Me pides a mí que permanezca aquí por Ti? Sí, Madre Divina. ¡Permíteme servirte!”. Luego, de un modo tan tranquilizador que no puedo expresar con palabras la sensación de serenidad que invadió toda mi conciencia, la Voz añadió: “Muy bien, hija mía; ahora, duerme”. Perdí la conciencia, y la operación prosiguió»3.

    Daya Mataji refirió que le contó esta experiencia a Paramahansaji unos pocos días antes del fallecimiento del Gurú. Él le dijo: «Había llegado tu momento de partir. En muchas ocasiones Satanás ha tratado de llevarse tu vida. Pero ten presente lo siguiente: el Señor te ha confiado una gran responsabilidad y te ha concedido libertad espiritual. Nada podrá detenerte. Mantén esa actitud espiritual hasta el fin de tu vida y alcanzarás la salvación».

    A mediados de noviembre de 2010, después de haber consagrado más de sesenta años al cumplimiento altruista de su promesa a la Madre Divina de permanecer en la tierra y servir a la obra de Dios y su Gurú, Daya Mataji tomó conciencia de que finalmente había llegado la hora de abandonar el cuerpo físico. Manteniendo hasta el final mismo su solícito cuidado de los demás y sus agudas facultades de entendimiento, llamó a su lado a los miembros del Consejo Directivo de Self-Realization Fellowship y a otros estimados compañeros del sendero, a fin de impartirles sus bendiciones finales y despedirse de ellos. Repitió con gran énfasis lo que había dicho en numerosas ocasiones a quienes se hallaban a su alrededor en los pasados años: que era la voluntad de Dios y los Gurús que el Consejo Directivo eligiese a Mrinalini Mata para sucederla como líder espiritual de SRF/YSS4. Quienes estaban con ella en esos últimos días describieron cómo su conciencia —todo su ser— se fundía en el infinito amor de Dios y el Gurú, a medida que repetía quedamente para sí misma: «¡Sumérgete en Su amor, fúndete en Su amor!». Y decía una y otra vez, refiriéndose a la querida familia espiritual de SRF/YSS compuesta por los discípulos monásticos y por los miembros laicos de todo el mundo: «¡Díganles a todos cuánto los amo! ¡Díganles a todos cuánto los amo!». Tal era el estado de conciencia en el que hizo su transición para liberarse finalmente del cuerpo mortal, avanzada la noche del martes 30 de noviembre de 2010.

    Video: Sri Daya Mata: «Donde nos encontraremos todos nuevamente» (en inglés):

    Aquellas almas que han manifestado en la vida terrena una devoción incondicional a Dios continúan ejerciendo su inspiradora influencia aun mucho después de haber abandonado este mundo. En verdad, todavía es posible sentir las bendiciones de Sri Daya Mata, guiándonos y estimulándonos en nuestra búsqueda interior. Unámonos para ofrecerle nuestro más profundo amor y gratitud, con la certeza de que su amor y compasión divinos nos acompañarán siempre.


    Notas a pie de página:

    1 Descrito en el libro de Daya Mataji Sólo amor, en el capítulo titulado «Una bendición de Mahavatar Babaji».

    2 Se refiere al ojo único de la intuición y de la percepción omnipresente, situado en el centro crístico (ajna chakra), a nivel del entrecejo; es la entrada hacia los estados superiores de conciencia divina. El devoto que medita profundamente contempla el ojo espiritual como un anillo de luz dorada que encierra una esfera color azul opalescente, en cuyo centro brilla una estrella blanca pentagonal.

    3 Daya Mataji relata esta experiencia en la grabación de CD «Strengthening the Power of the Mind» y también en su libro El gozo que buscas está en tu interior, páginas 190 ss.

    4 Antes de su fallecimiento, Paramahansa Yogananda especificó que, una vez culminada la vida de Rajarsi Janakananda (a quien él había designado para que le sucediera como presidente de SRF), todos los futuros presidentes serían elegidos por el Consejo Directivo. Ya les había confiado a los discípulos cercanos indicaciones sobre aquellos que serían seleccionados para servir como sus sucesores espirituales en ese cargo: «Dios y los Gurús ya saben quiénes son, y cuando llegue el momento será divinamente revelado. Al frente de esta sociedad siempre habrá hombres y mujeres de realización divina».